En 1874 el maestro de obras Josep Fontserè, proyectó la construcción de un gran depósito de agua, que tenía como finalidad principal, el abastecimiento de la cascada y estanques del “Parc de la Ciutadella”, además de servir para regar sus jardines. Un joven delineante, Antoni Gaudí i Cornet, colaborador de Fontserè, fue el encargado de hacer los cálculos del depósito y de sus elementos de soporte.

Una vez descartada la construcción, mediante pilares de fundición, debido a la gran altura del depósito y al considerable peso que debían soportar las columnas, se optó por un sistema de construcción, más tradicional a base de pilares de ladrillo, de 1 metro de grosor y 14 metros de altura, que culminan en arcos de medio punto que se cruzan entre sí, en una bóveda de cañón, y que recuerdan las antiguas iglesias románicas. Existe un edificio similar en Mirabile de Bocoli, que data de la época romana, y que también soportaba una gran piscina de agua. La construcción del edificio finalizó en 1880, habiéndose destinado a diversos usos desde entonces.

A partir de 1992, el edificio pasó a ser propiedad de la Universitat Pompeu Fabra, y comenzaron las obras para convertir el edificio en una gran biblioteca universitaria. Los trabajos se llevaron a cabo por los arquitectos Lluís Clotet y Ignacio Paricio, fueron muy respetuosos con la idea inicial de Fontserè. Se abrieron cinco claraboyas en la parte central del edificio, para dotarlo de luz natural, y consiguiendo una iluminación cenital que crea un mágico efecto de claroscuros en el laberinto de columnas que puebla el interior del recinto.

Para la realización del reportaje fotográfico, me he centrado en el espacio interior del edificio, formado por 100 columnas de obra vista, rematadas en arcos de medio punto. He escogido una mañana soleada, que favoreciera la entrada de luz solar a través de las cinco claraboyas cenitales. Favorece mucho la toma de planos diferentes, la peculiar disposición de las pasarelas prefabricadas y colocadas a tres niveles distintos, que dan cabida a las mesas de lectura y estanterías de la biblioteca; permitiendo infinitas composiciones y puntos de vista; desde vistas panorámicas, hasta planos contrapicados que permiten realzar el auténtico bosque de columnas del edificio.